Aquí se pueden ver los ejercicios planteados a los alumnos.
Ejercicio Fotografía: Autorretrato.
Sensi.
Ejercicio Literatura: Recuerdos.
Emilio Ríos.
Momento alegre de Chusa: Nace el año nace el sol nace la alegría ya estás aquí La tragedia de perder una colada por culpa de la lluvia: Que más da la mala suerte mientras yo las prendas cuelgue que a veces prefiera la muerte si lavo la ropa, y llueve. Aquilino Perales. RELATO DE UNA EXPERIENCIA TRISTE DE DIEGO. Solo se necesita un instante para cambiar la “estable felicidad”. Como era habitual, Diego salió con su perra de paseo. Ella siempre obediente y pendiente de su amo. Cruzaban la carretera cuando él lo decidía. Ese día algo cambió, ella fue más rápida, atravesó la acera y llegó a la carretera en el instante en que el coche pasaba. Sin tiempo a reaccionar vio como la última mirada de ella era para él. Impotente tristeza para el recuerdo de una mirada. RELATO DE UNA EXPERIENCIA ALEGRE DE DIEGO. Años después frente a un café en aquella indigente estación, Diego recordó el instante de un recuerdo de ella. Dejó todo, se enfrentó a todos, y le dio el regalo más importante: llego del pueblo a su casa para vivir con él. Miriam. Momento feliz de Ángel (nacimiento de su sobrino). Aunque le habían dicho que era un sentimiento distinto, él no lo creía. Los pequeños cambios inesperados nos sorprenden, nos producen cosquilleos, un latido fuerte, sobresalto; pero ¿qué hacemos con los grandes cambios que se van gestando, que sabemos que van a ocurrir y que casi vemos realizados, día tras día? Que mediante ese paso lento del tiempo nos confían, y nos hacen (creer) valientes. Y después, cuando llega el momento, no será un latido fuerte, ni un vuelco del estómago; sino un segundo largo, incomprensible quizá, pero que queda. La primera vez que vio al hijo de su hermano fue uno de ellos. Le habían dicho que sería un sentimiento distinto… Y, afortunadamente, les dio la razón. |
Ángel Blázquez.
Hay veces que el mundo se detiene en un segundo. Frena para dejarte respirar, para esperarte, porque sabe que necesitas parar un instante, quizá de varios días. Sabe que por mucho que te prepares para su marcha necesitas esa parada, volver a respirar, y volver a girar con él. Diego. Experiencia triste: De repente un frenazo, dolor en el suelo, sabor metálico en la boca, manos ensangrentadas y oscuridad. Tras la sirena viene la soledad. Es preferible la soledad a la oscuridad. Experiencia alegre: En mis piernas, los gemelos se rebelaban ante la idea de seguir subiendo por la empinada pendiente. Creo que, sin tener ningún respeto por la anatomía, su última intención era subirse por encima de mis rodillas, con el dolor que ese imprudente intento me provocaba. Quién sabe a dónde hubieran sido capaces de llegar de no ser porque en un giro de la vereda me encontré con esa visión cercana a lo divino. Un valle multicolor, atravesado en su mitad por un serpenteante río y al fondo Sierra Nevada. Sin oponer resistencia, los gemelos habían vuelto a su sitio. Chusa. A unos 1.000 kilómetros de casa, Emilio sufrió un ataque de ansiedad. ¿Qué hacía allí? ¿Dónde había dejado sus raíces? Bajo el agua de la ducha comenzó a visualizar imágenes empañadas de su familia, amigos, lugares queridos y frecuentados tantas veces, que casi le pertenecían. De repente sintió una profunda pena por no poder hacer reír a su madre en la cocina cada día, ver envejecer a su padre o conocer al recién nacido hijo de su mejor amigo. Aturdido aún por sus pensamientos, Emilio caminó cabizbajo hasta su trabajo donde le esperaba la mejor noticia que podrían darle precisamente ese día: le trasladaban a Córdoba. |
Ejercicio Fotografía/Literatura: Exposición de Almudena Fernández.
Para este ejercicio visitamos la exposición de pintura de Almudena con el fin de escribir las sensaciones que su pintura nos proporcionara y al mismo tiempo hacer un ejercicio práctico de fotografía basado también en la obra de esta pintora.
Miriam.
K. paseaba delante de la boca del túnel, una y otra vez. No era algo que hiciese por placer, qué más quisiera él; sentía como si respondiese a una llamada continua, casi ponzoñosa. Se levantaba, se resignaba, y simplemente iba. La boca del túnel era negra, como la montaña (negra), y aún conservaba la verja metálica que paternalmente invitaba a seguir con tu camino y fingir que nada habías visto. Pero la boca negra no había estado siempre oscura, recordaba K. con tristeza, aunque mejor sería olvidarlo. Para él, rascar la montaña, roerla, penetrarla hasta las entrañas para que a ella llegase la luz había significado madrugar de lunes a viernes a regañadientes; había sido el plano de la nueva cocina, un anillo para su mujer, quizás un coche nuevo y el plan de hacer kilómetros por la costa de su infancia para estrenarlo como Dios mandaba. Pero eso fue antes del negro: el futuro negro, las perspectivas aciagas, el lo siento no hay dinero y la verja que te invitaba a no volver a pasar nunca más a la (ya no) nueva vía del tren que con crueldad de bofetada no podría ser más la antesala de todos los planes, sencillos pero llenos de vida, de K. Aunque esa noche fue distinto, ya que K. no se había parado nunca a observar el guiño burlón del destino grabado en el labio de esa boca con forma de disimulado símbolo de infinito. Qué ironía, pensó el hombre en paro desde hacía tanto tiempo, que algunos sueños estuvieran tan lejos de parecerse a esa última puñalada matemática. Aquilino Perales. Donde menos se espera, la belleza nos sorprende y el arte hace su labor: nos transporta hacia las sensaciones que solo nosotros podemos vivir. Entre un dédalo de mesas y oficinas, existe una sala de exposiciones con cuadros de Almudena. Algunos cuadros… GEODA: el universo en el interior de una piedra. Evocaciones de un relato de ciencia-ficción donde un astrónomo perseguido que se refugia en una mina es capaz de vislumbrar un universo de estrellas en las galerías de las minas. CAJA DE MINERALES: nostalgia de una infancia coleccionista. Búsqueda de un origen. ENTRADA A LA MINA: ¿te atreves con la profundidad infinita? Una verdad te aguarda. PANAL: lo que queda después de las abejas. PANAL 2: buscando la luz. CASCADA: obscuridad, cascada deslumbrante. Recuerdos de un frio encuentro con la naturaleza. COMPARTIMIENTO BRILLANTES: destellos dentro de la oscuridad. Luna. Desde la cueva ella piensa en lo que no llega a ver desde su mundo, en las altas cavernas de la lejanía, hechas con hormigón y no con piedra, en los redondos objetos con agujas que no paran de moverse y tampoco dejan cesar a quien los porta, en las calles sin niños y en las maliciosas máquinas que absorben a estos... También piensa en el olor a humedad primaveral de las rocas que le arropan, en las lombrices que se regocijan en el barro que hay entre ellas y en las estrellas que le alumbran en esa noche oscura. Desde su cueva ella pide un deseo. -Ese es demasiado grande-, le responde una estrella. |
Meli Vadillo.
Enormes y solitarias instalaciones tecnológicas en mitad de la nada; solas, sin un solo signo de vida. Colmenas que los enjambres han abandonado, como una ciudad vacía en el desierto. Un laberinto de muros conteniendo no sabemos que substancias, tal vez peligrosas…desde luego inquietantes. Y como único vestigio de humanidad, una tienda de campaña al borde de un abismo con un arco iris extraño y no sé si esperanzador. Emilio. Hacía más de treinta años que las viejas instalaciones de la compañía minera había abandonado el lugar. La selva de Borneo es uno de los puntos más inexplorados e inaccesibles del planeta. Este hecho, junto a la hostilidad de las tribus antropófagas papúes fueron más que suficientes para que las ansias de codicia de aquellos intrépidos europeos se esfumaran tan rápido como los claros devorados por ese infierno verde implacable e insaciable. Chusa. Era una caja mágica. Parecía que habían pasado siglos desde aquel cumpleaños en que al contar las velas se le acabaron los dedos de una mano, y aún al recordarlo se le erizaba la piel. Su padre había llegado tarde, como siempre, pero su regalo fue también el más increíble, como siempre. “Esta caja contiene un trocito de cielo”, le había dicho. Irene no pudo ocultar su decepción cuando lo único que vio entre sus manos fue una piedra, de color gris, de aristas afiladas y, a primera vista, bastante inútil. Pero después, cuando su padre apagó las luces de la habitación y la invitó a mirar dentro, sus enormes ojos azules se quedaron clavados en aquel mar de estrellas. Cientos de pequeñas luces brillaban, como cientos de horas se pasaría perdida en aquel pequeño trozo de cielo. Pero eso, ella aún no lo sabía. Sensi Diaz. Azul, verde, negro Sin reflejos de luz solar blancas escaleras llevan a ningún lugar Cuadrado, redondeo, rectangular Espacios desiertos, rotos sin mareas, brisas ni el mar Siluetas, cuarzo, madera, hierro y sal ni zumbidos, ni golpes al picar sin sonido del sudor al brotar Mau. Un ojo tímido que desde lejos observa la humanidad abandonada... las pequeñas soledades encajadas arbitrariamente en la naturaleza. |